En el curso de sus campañas
en Oriente, Alejandro se casó con varias princesas de territorios conquistados.
El amor y la política se mezclaron en su enlace con la bactriana Roxana o la
persa Estatira.
Desde Macedonia hasta la India, ningún territorio
se le resistió a Alejandro Magno. No sólo sus conquistas lo convirtieron en un personaje legendario, sus relaciones amorosas también alimentaron muchas leyendas y elucubraciones. Alejandro utilizó hábilmente las alianzas matrimoniales para afianzar su poder,
pero sus romances no estuvieron dictados tan sólo por el cálculo político. Bársine, su amiga de infancia, y Roxana, la princesa bactriana de legendaria belleza, cautivaron el corazón del gran conquistador.
pero sus romances no estuvieron dictados tan sólo por el cálculo político. Bársine, su amiga de infancia, y Roxana, la princesa bactriana de legendaria belleza, cautivaron el corazón del gran conquistador.
Considerada la princesa más bella de Asia, el rey decidió casarse con ella pese a que era su cautiva. Sin embargo, los macedonios reaccionaron con cierto recelo, ya que hubieran preferido que su rey se casara con una princesa macedonia. Posteriormente, Roxana y Estatira ostentaron la posición oficial de esposas del
rey. Poco después de la muerte de Alejandro, Roxana eliminó a su rival Estatira. Finalmente, Roxana cayó víctima de la ambición de Casandro, un antiguo general de Alejandro, que le dio muerte junto a su hijo.
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