En 1478, un grupo de conspiradores liderados por la familia Pazzi, la gran rival de los Médicis, intentó asesinar a Lorenzo de Médicis durante una misa en la catedral de Santa Maria del Fiore.
Florencia, la gran capital de las artes y de la filosofía del Renacimiento, fue también una ciudad turbulenta, escenario de continuas revueltas y conjuras. Una de ellas, en 1478, estuvo a punto de poner trágico fin al dominio de los Médicis. Sucedió concretamente el domingo 26 de abril de 1478, mientras se celebraba la misa de Pascua en la catedral de Santa Maria del Fiore, en Florencia.
En la atestada basílica estaban presentes todos los patricios de la ciudad, nobles y cardenales, dirigentes de los gremios, damas ataviadas para la ocasión... Algunos de los presentes, sin embargo, traían un propósito oculto: asesinar a Lorenzo el Magnífico y a su hermano pequeño Juliano de Médicis, los representantes de la familia que desde hacía medio siglo dominaba la Señoría, la república florentina. Según un cronista de la época, en el momento en que el sacerdote elevaba la hostia consagrada (otros afirmaron que fue cuando repartía la comunión entre los feligreses), «uno de los miembros más audaces del grupo de conspiradores, un hombre llamado Bandini Baroncelli, levantó un arma y atravesó el pecho de Juliano, el cual, después de pocos pasos cayó al suelo». Muerto. Instantes después, el propio Bandini atacó a Francesco Nori, íntimo amigo de los Médicis, que moriría desangrado; precisamente por ese ataque Bandini llegó tarde al encuentro con Lorenzo, que ya por entonces se había refugiado, herido en el cuello, en la sacristía de la catedral. Florencia quedó en estado de alarma, sumida en una enorme inquietud generada en parte por los gritos y el pánicos que se vivieron en la catedral y en la plaza de gobierno, y por el penetrante sonido de la vacca, la campana que sonaba a rebato desde la sede de gobierno. Messer Jacopo Pazzi, el principal instigador del atentado, se puso al frente de varias decenas de partidarios y se dirigió, al grito de «pueblo y libertad», contra el palacio de Gobierno de la ciudad. Confiaba también en que pronto llegarían a Florencia tropas deapoyo. Pero su ataque fue rechazado. En medio de la incertidumbre, y a medida que las noticias apuntaban a que Lorenzo había muerto y que se había capturado a algunos de los conspiradores, entre ellos el arzobispo Salviati y el humanista Bracciolini, la ciudadanía, aterrada ante la posibilidad de que grupos de mercenarios entraran en la ciudad, pidió justicia lanzando gritos de apoyo a la familia de Lorenzo.
En esos momentos, Lorenzo de Médicis decidió enviar una carta al duque de Milán pidiéndole ayuda. Pero el socorro fue innecesario: la rebelión había fracasado. La Conspiración de los Pazzi, o de Abril, nombre con el que el episodio pasaría a la historia, supuso una línea divisoria en la historia de Florencia: quedaba atrás la vieja república florentina, dominada por unas pocas familias de la alta burguesía, con importantes enlaces con la aristocracia del territorio, y se entró plenamente en el principado o «tiranía», la forma política que se impuso en Italia en el último tercio del siglo XV. La conspiración fue también un ejemplo de esa preocupante actividad humana que consiste en asesinar al adversario político en nombre de la patria; sobre todo cuando a la víctima se la acusa de adoptar actitudes dictatoriales o «cesaristas». De hecho, el recuerdo del famoso magnicidio de Cayo Julio César en los idus de marzo del año 44 a.C. pasó por la mente de muchos florentinos del momento, empapados de cultura clásica. La Conspiración de Abril mostró las tensiones entre las principales familias políticas de la ciudad. No fue la primera crisis de estas características en la historia de Florencia, aunque sí la más grave. Se trataba de saber si una sola familia florentina iba a asumir en exclusiva las riendas de la ciudad, instaurando un principado o tiranía. Después del 26 de abril de 1478, a nadie le quedaron dudas al respecto. No sólo porque la conspiración había fracasado, sino por la feroz represión que los Médicis desencadenaron contra los Pazzi y todos aquellos que les habían apoyado en el complot, una terrible operación de castigo que buscaba aniquilar totalmente al bando de los insurgentes.
Ampliar Noticia en Revista National Geographic Número 87, Página 80
No hay comentarios:
Publicar un comentario