Las hipótesis sobre los orígenes de Tutankhamón se han sucedido durante años. Ahora, los estudios de ADN han dado a conocer la identidad de sus padres y las enfermedades que sufrió el joven rey.
La hipótesis sobre la identidad de los padres de Tutankhamón se han sucedido durante años. Recientes estudios han establecido que su padre fue Akhenatón y que su madre no fue Nefertiti, sino una reina anónima cuya momia es conocida como la «dama joven». «¿Ve usted algo, Carter?», preguntó lord Carnarvon. «Sí, cosas maravillosas...». Este famoso diálogo dio inicio al más increíble descubrimiento arqueológico realizado en le valle del Nilo. Poco se podía imaginar Howard Carter que al descubrir la momia de Tutankhamón estaba dando a los paleopatólogos del futuro la clave que les permitiría reconstruir la genealogía de los faraones de la dinastía XVIII. Sobre todo porque en 1922 hacía ya treinta años que las momias de estos reyes yacían en el Museo de El Cairo, identificadas con su nombre gracias a unas etiquetas escritas por sacerdotes de la dinastía XXI. El hallazgo del escondite de las momias de gran parte de estos monarcas se produjo por casualidad en 1871, cuando un miembro de una famosa familia de ladrones de tumbas, los Abd el-Rassul, buscaba una cabra perdida. El animal apareció en el fondo de un pozo en la zona de Deir el-Bahari, que era la entrada a la tumba de Pinedjem II, gran sacerdote de Amón. Dentro de esta sepultura (la DB320) se guardaban las momias de Sequenenre Taa, Amosis, Amenhotep I, Tutmosis II, Tutmosis III, Seti I, Ramsés II, Ramsés III y Ramsés IX, además de las de las reinas Tetisherit, Amosis-Inhapi, Amosis-Nefertari, Nodjmet, Henttawy A y de casi una veintena de nobles. La tumba fue saqueada lentamente, y las autoridades sólo supieron de su existencia diez años después. Otro hallazgo parecido se produjo en 1898, cuando Victor Loret descubrió y excavó la tumba de Amenhotep II (KV35). Además del cuerpo del faraón, en una de las cámaras laterales aparecieron las momias de Tutmosis IV, Amenhotep III, Seti II, Merneptah, Siptah, Ramsés IV, Ramsés V, Ramsés VI y quizá Setnakht. Otras tres momias más, la «dama anciana», la «dama joven» y un«hombre joven», se hallaban en otra de las estancias. Ya desde el inicio mismo del estudio de las momias reales comenzó a ponerse en duda su identificación. La ciencia no conseguía arrojar mucha luz sobre la genealogía de la dinastía XVIII. Pero en un estudio realizado entre septiembre de 2007 y octubre de 2009 fueron estudiadas un total de once momias reales en busca de cadenas viables de ADN. El punto de partida fue el estudio de la única momia real identificada sin ninguna duda: la de Tutankhamón. Además, se contaba con otro par de momias también perfectamente identificadas: las de Yuya y Tuya. Estos nobles personajes fueron los padres de la reina Tiy, esposa de Amenhotep III, y su tumba del Valle de los Reyes (KV 46) se descubrió casi intacta, por lo que no hay duda sobre su identificación. Así, los científicos contaban con elementos suficientes para establecer las relaciones familiares entre unos y otros (en caso de haberlas) e identificar a las momias. Los resultados han permitido reconstruir la genealogía de Tutankhamón a lo largo de cinco generaciones: cuatro hacia atrás y una hacia delante. Del estudio se desprende que el padre de Tutankhamón es, con alguna certidumbre, Akhenatón.
Se trata de una identificación que la arqueología ya sugería y que ahora parece confirmarse. En cambio, la madre de Tutankhamón ha sido toda una sorpresa, porque, al contrario de lo que podía sospecharse, no es ni Nefertiti ni Kiya, las dos esposas conocidas de Akhenatón. La madre de Tutankhamón es nada menos que la «dama joven», una de las momias encontradas en la tumba de Amenhotep II (KV35). Pero no acaban aquí las sorpresas que ha deparado esta reina, desconocida para la historia, porque su ADN ha demostrado que además de esposa de Akhenatón también era su hermana. Se trata de uno de los pocos casos documentados de incesto faraónico. Lo cierto es que al estudiar sujetos que llevan muertos miles de años conlleva una gran dificultad y, por ello, los científicos no han conseguidodiagnósticos cien por cien fiables.
Ampliar noticia revista National Geographic número 87 MARZO 2011
Akhenatón
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